martes, 15 de enero de 2008

Poesía

Y la poesía también sirve

para molestar al rey.

Rayo que nos lacera el corazón,

cigarrillo de lenta ceniza meditada,

desvelo por la sombra que acecha

en la ventana de la aurora,

cada tanto, también,

la poesía refulge tornasoles presuntuosos.

Sí. Y alquimias para conmemorar, ‘señoras y señores,

‘que las mariposas son díscolas flores desertoras,

o un grácil surrealismo de angelitos pintores’.

¿Qué se dice de tanto palabraje

que humilla nuestra urgencia,

desgarrada, raída, sueño hilachas de trapo-

y cruentos lagrimones del fracaso

que nos clava las uñas, costillas bien adentro?

¿De qué van los versitos incoloros si cada

dos segundos se muere un niño de hambre en el planeta?

¿Verso a hechura de un dios que ignora su tarea?

La poesía repite seguir creciendo al hombre.

Poemas mano a mano sin soledad tan sola.

El unísono grito de remeros constantes,

extenuados de capitanear este naufragio de

errátiles gorriones, entre vendavales y tormenta.