martes, 24 de junio de 2008

ENTREVISTA CON WALTER BEDREGAL PAZ


A PROPÓSITO DE LA ANTOLOGÍA “AQUÍ NO FALTA NADIE”

Acaba de publicarse uno de los trabajos más rigurosos de la poesía escrita en Puno: AQUÍ NO FALTA NADIE. ANTOLOGÍA DE POESÍA PUNEÑA, del conocido escritor y promotor cultural Wálter Bedregal Paz. En una edición de lujo, el libro es una selección de 21 poetas en un periodo de cien años, que va desde Alejandro Peralta y Carlos Oquendo de Amat, pasando por el gran poeta vivo Efraín Miranda Luján, hasta concluir en lo que se llama la Generación del ’90.Y cómo no, los francotiradores y comentaristas arteros, señalando ausencias, defectos y otras carencias, ya están a la orden del día. Toda antología parece tener ese sino, sin embargo, la presente entrevista intenta conocer las causas eficientes del libro y despejar algunas dudas.


Por Luis Pacho


Cuando te conocimos, creo que hace más de diez años, ya tenías los bosquejos de esta antología. En algún momento pensamos que jamás vería la luz, pero al fin podemos disfrutar del libro. ¿Cómo así te animas a publicarlo?

Desde que me sometí a la disciplina de escribir y a investigar, estudiar y compilar poesía, sólo para vivir en propia carne este género, desde ese día empecé a entender, entre otras cosas, por ejemplo, la labor del poeta, entendí a la poesía misma que ahora ha de brillar en estas páginas. Es algo mágico, parece que hay que ser malabarista, ilusionista, para lograr un resultado como el que tenemos entre manos. Originalmente Aquí no falta nadie no formaba un proyecto tan amplio, sólo quería abordar la poesía hecha por una generación de poetas (los de los noventa – olvidados), pero como Aquí no falta nadie, en tanto antología-plegaria, guardará escasa relación con lo que anteriormente había preparado, de los cuales uno y otro poeta quedaron divididos, incompatibles y por sí mismos insuficientes para integrar todo un volumen antológico, estos pueden ser los antecedentes. Además, esta antología era una promesa que me hice y porque además hacía falta un libro integral sobre este género.

¿Cuáles han sido las motivaciones para abordar en una antología el proceso de la poesía puneña?

Quienes crecimos seducidos por la poesía – a veces, surrealista, a veces romántica y tortuosa – y por ello sublime, difícilmente podemos concebir una forma de amor libre de las espinas, los clavos y la cruz. Escribí esta antología desde la orfandad del amor, a la par con una novela, a pesar de lo disímil de los géneros, esos cientos y cientos de dolientes instantes que terminan poniéndonos incondicionalmente a merced de la poesía nuestra que desde el año 1996 Acabemos de una vez con la poesía (Primer título de la antología), luego Seductores de la luna escribiendo bajo la lluvia de otros equinoccios; seguido de Seductores de la luna de otros equinoccios para después sólo Seductores de la luna, que quedaron sepultados en un portapapeles. Ahora acaba de asomar este texto, con ideas formuladas en días densos y tensos, concluyendo en una frase que sonará cruel – para algunos poetas. Aquí no falta nadie (Título final del libro), admito públicamente no estar equivocado con los antologados (entre los consagrados y novísimos) y así poder determinar qué es poesía.

¿Y respecto de los criterios de selección de los antologados?

Hacer una antología es seguir las huellas chocarreras de tu espíritu, y pedir lo que normalmente sólo se espera de Dios: un milagro. Se trataba de que la poesía, una vez más cruzara las fronteras del fanatismo, la tradición, el dolor, la crueldad y finalmente, de manera triunfal, la misantropía. Uno de los criterios más importantes ha sido el corpus de poesía escrita en Puno, una poesía esencialmente escrita en español, porque, como sabemos, existe una gran riqueza de poesía en aymara y quechua, que a pesar de ser orales, tiene un humus de primera calidad y que debería considerarse en cualquier estudio de poesía puneña. Otro criterio de selección es el sentido fractal de los poemas seleccionados, es decir los nexos rizomáticos-fractales que unen y desunen a la poesía, no solo desde ahora, sino, desde siempre. Inclusive hay un criterio que es muy mío, que es justamente el gusto por la buena poesía, o al menos lo que yo llamo buena poesía. Uno de los criterios finales puede ser el impulso cósmico, que corresponde a la personalidad que busca el autor, orientada hacia un estudio:mítico-metafórico, y otro sería ese espíritu regido por una voluntad poética, ideológica, pedagógica que mueve al poeta a emprender una crónica del altiplano, para exaltar sus grandezas estéticas, y condenar sus lacras, reseñar su historia y sobre todo abordarla desde este estudio fractal que proponemos, pero estas tendencias no se dan juntas, sino separadas, generalmente domina una a la otra y rara vez se combinan, pues la dificultad de fusionar ambas poéticas proviene de su oposición irreconciliable.

¿En cien años, sólo 21 poetas?

Claro, lo que pasa es que muchos no saben qué es una antología, y entonces surgen preguntas parecidas a la tuya, se piensa que si son cien años deberían ser cien poetas o doscientos. Esta es una selección de poemas y si no hay más de veintiún autores es porque simplemente no los encontré para este estudio fractal de la poética puneña. En los últimos años, a medida que la poesía puneña encontraba acogida y reconocimiento en nuestro país y a nivel internacional, se hizo más evidente la incongruencia de seguir abordándola, mostrando en el mayor punto sus mejores creaciones, sin dejar de lado críticamente variadas herencias, lo cual a contribuido y decidido cada vez con más fuerza el compromiso que tuve desde la primera vez que pretendí publicar una antología de poesía puneña, lo cual conllevó a tener siempre en mente publicarla, dándole al mundo literario luego de cien años, con un número de 21 poetas antologados, ese es el rol que tiene una antología, para eso se le denomina “antología”, abordada sin ningún subterfugio de índole externo, menos interno.

Ya se oyen algunas voces señalando las ausencias de algunos poetas, caso Dante Nava, José Luis Ayala, Jorge Flórez y el no menos popular Jóspani, ¿Cómo justificar sus no inclusiones?

Puede ser una improbable herejía, pero todas aquellas personas -sólo algunos poetas, que desde ya los imagino rumiando sus frustraciones- que encuentren provocador, hereje e irredento sólo el título del libro, más no espero la misma actitud del contenido, siempre y cuando sea seria la visión y el lector sea verdadero. Evidentemente, la antología ya estaba escrita cuando me topé, no sólo con uno u otro borrador. Para seguro escándalo de incrédulos, pobres de espíritu y escasos de fe, doy gracias a Dios por habérmela dictado. Si algo tengo que decir al respecto de las no inclusiones, espero no ser irreverente: la única salvación para los vencidos es no esperar salvación alguna.

Algo que siempre se reclama. ¿Por qué terminar esta antología en los poetas llamados de los ’90, cuando parecen oírse nuevas voces, digamos del post-2000?

Esta antología termina mencionando en el prólogo a los poetas del post – 2000, digo que aún no tienen su sueño cumplido, están todavía en la etapa de la vigilia, y difícilmente pondría por ellos las manos al fuego. Aún quiero escribir y leer. Yo creo que deberían leer más o, en todo caso, ordenar sus lecturas, darle criterio a sus escritos, empezando, por ejemplo, por la escritura y sus rasgos lingüísticos.

Se dice que la calidad de la poesía puneña ha descendido. No hay Alejandros Peralta, no hay Oquendos y menos un poeta contemporáneo de la talla de Omar Aramayo. ¿Qué opinas?

Tú lo has dicho, no hay calidad. También leí plaquetas y poemarios muy desubicados, además en unos artículos sobre este vacío, en verdad tendremos que esperar muchas lluvias para que aparezcan otros poetas después de los del 90.

¿Cuáles son las tendencias más resaltantes de la poesía puneña contemporánea, ochentas y noventas, básicamente?

Andinidad, vanguardia y un tremendo yoismo poseedor de claras inclinaciones líricas.
De los 21 poetas, 10 pertenecen a la llamada Generación de fin de siglo.

¿La calidad de la poesía puneña crece en los ’90? ¿Cuál es tu lectura al respecto?

Entre los once renombrados y los diez de finales de siglo, la poesía puneña no solamente crece, sino que también continúa una tradición hartamente conocida y de cualidades notables, que de alguna manera devienen de nuestros hitos en la poesía. Ahora bien, la mayoría de los poetas de los ´90, siguen buscando o experimentando su voz y seguramente que a la larga tendremos sorpresas que sin duda confirmarán la selección de los antologados en el libro Aquí no falta nadie.

Ahh. ¿Cómo has asumido los costos de esta edición de lujo? ¿Algún mecenas? ¿Auspició de algún municipio o entidad del Estado?

No. Es simple amor indestructible a la poesía y resultado de un ahorro interminable, un ejercicio de día a día. Además no quise que este libro tenga escudos de municipios ni tiendas comerciales, la poesía no merece estar entre el comercio y los negocios, por eso se muestra limpia, sin fotos de alcaldes ni agradecimientos infinitos a nadie. No le debo a nadie de este libro. La poesía es libre y única, como las palabras y hay que dejarla volar.

Pero sacrificar el bolsillo por un trabajo como éste, sino linda con la locura es francamente un acto heroico. Literatos que han u ostentan cargos importantes en la administración pública no han sido capaces de gastar “ni un dólar agujereado”, como sueles decir. Generalmente, sus lobbys y su cercanía con el poder siempre les han posibilitado el financiamiento. ¿A ti, qué te impulsa hacerlo?

El motivo más trascendental para que esta antología salga a luz es, sin duda, la poesía y su magia, y cuando ella está de por medio, tú como poeta sabrás, nada ni nadie es capaz de detenerte, además ese impulso viene de adentro, de algo incognoscible que irremediablemente te conduce a realizar una actitud de este tipo.

viernes, 20 de junio de 2008

Y este es el tiro de gracia


AQUÍ FALTA UNO Y SOBRA OTRO

Por: Walter Paz Quispe Santos

Entre las publicaciones más ambiciosas y pretenciosas que se dan a conocer, llama la atención el libro de Walter Bedregal Paz, cuyo texto “Aquí no falta nadie” pretende dilucidar los significados de la poética puneña y demostrar que sólo veintiuno serían los escogidos o los que según él merecen ingresar a una antología de la poesía puneña. Buen intento. Pero reparemos en algunas de las apasionadas elucubraciones selectivas.

Una antología de la poesía puneña, debe tener los puntos de partida bien definidos, unos métodos y criterios de selección claramente establecidos, para afirmar una valoración y señalar los sentidos y significados de la trascendencia y permanencia de los poemas y poetas en el tiempo. Por eso el mejor crítico es el tiempo. El tiempo tiene la virtud de construir, reconstruir y deconstruir el fuego creador del poeta y su creación, sus pretextos y contextos; su presencia e influencia en otros creadores y las rupturas en el manejo del lenguaje poético y sus aproximaciones a manifestarse en la cultura y sus tópicos. Sin embargo, al leer “Aquí no falta nadie” no encontramos ni indicios de cuáles habrían sido esos parámetros, al contrario se notan unas contigüidades enredadas y arbitrarias. Se trata en sí de un ajuste de cuentas al margen de las reflexiones actuales sobre la poesía. Se coteja que más valen los desencuentros con algunos creadores actuales que la dimensión semántica de sus escritos en el tiempo y en un contexto definido: Puno. Y por supuesto para el estudio de los poetas del pasado tal vez sea necesario darles historicidad a sus creaciones para emprender la aventura de comprender sus significados y valorarlos adecuadamente. Me refiero sobre todo a la ausencia de Dante Nava quien con un poema “Orgullo Aimara” supo afirmar la puneñidad como parte de lo andino. Por eso esta rubricado en las mejores antologías de poesía puneña.

¿Qué significa Puno para Walter Bedregal? ¿Cómo entiende sus manifestaciones ontológicas y epistémicas: la puneñidad y el puneñismo? Estos conceptos son importantes, por que a partir de estas reflexiones tal vez las antologías intenten a tener mayor y mejor coherencia literaria. Puno, sin duda es una identidad geográfica, así como lo aimara o quechua son expresiones lingüísticas, o la categoría andino que es una afirmación histórica cultural. Pero de algo debemos estar seguros, que la dimensión histórico cultural abarca lo geográfico y lingüístico. Así el proceso de significación poética contextualizada o descontextualizada de la poesía es expresión de ese contexto.

En una antología de poesía puneña, se trata de procesar la densa y heteróclita realidad andina representada en la producción poética cuyos cultores bajo diversas motivaciones construyen un imaginario o afirman una tradición literaria o lenguaje propio de un espacio específico. Esa tarea es harto difícil si uno quiere guardar relación y armonía entre los pretextos y contextos andinos y puneños. Por ejemplo, Antonio Cornejo Polar para acometer tal tarea con nuestra literatura peruana e hispanoamericana creo la noción del sujeto heterogéneo y sólo así pudo entregarnos una de las tareas críticas más lucidas del proceso que sigue la creación poética en el tiempo.

Por eso, el prologo del libro que lleva el epígrafe de “las puertas se han cerrado” constituye una verdadera impostura intelectual. Las citas directas e indirectas de autores con un estilo farragoso sin coherencia y cohesión, tratan de hilvanar algún sentido justificatorio a lo que llamamos en los estudios del discurso literario como falacias o más propiamente argumentos de autoridad que tiene el propósito de sobrevalorar en el lector destinatario la presencia del antologador y presentarlo como un erudito. Alguna vez el viejo Casona decía que a un texto de un escritor novel generalmente le sobran treinta palabras y les faltan tres. Y precisamente parece ocurrir eso en el prólogo de Bedregal y ese detalle diferencia un buen libro de un mal libro.

Me he permitido colocar el título de “aquí falta uno y sobra otro” en este comentario. Por una razón sencilla, se obvian a poetas que han contribuido decisivamente a la configuración de la poesía puneña. Uno de ellos es José Luis Ayala, sin su vasta experiencia y producción poética es difícil explicar algunos momentos del proceso de nuestra literatura. Hay alguno más. Se trata de Fernando Terral. En muchos casos, la muerte beneficia mucho, pero en este caso sólo el desconocimiento de su poesía, cuya calidad técnica y temática es indudable y mejor que muchos de los seleccionados –me incluyo-, puede permitir no considerarlo en una antología. Terral nos dejó a temprana edad, pero nos deja una obra inconclusa cuyo estudio aun es un reto en la literatura puneña. La muerte no lo benefició tanto como a otros.

Y claro en la antología sobra otro. Se trata de un moqueguano radicado en Juliaca. Había que colocar una aclaración para ubicarlo en una antología de poesía puneña. Algo así como: “poetas de otras regiones que escriben poesía en Juliaca”. Solo así podría entenderse su presencia en el libro. Finalmente, no voy a comentar de las operaciones retóricas que tienen el propósito de maximizar o minimizar la figura de los antologados a través el esbozo biográfico que es muy notoria en “Aquí no falta nadie”.

Con estas palabras expreso mi deseo de abrir un debate sobre las tensiones básicas de nuestra literatura a partir del libro de Walter Bedregal, con un ánimo sincero y reflexivo. Sólo así se evitaran entredichos apócrifos desde bloggers anónimos y que los espacios de discusión sean públicos y con nombre propio. Y lo otro, esa institución republicana que pertenece al lugar común, esa costumbre perversa entre nuestros creadores puneños de conjugar el verbo alabar lejos de toda crítica, sobre todo en las presentaciones de libros. Ya lo dijo Octavio Paz “El espíritu crítico es la gran conquista de la edad moderna. Nuestra civilización se ha fundado precisamente sobre la noción crítica: nada hay sagrado o intocable para el pensamiento excepto la libertad de pensar. Un pensamiento que renuncia a la crítica, especialmente a la crítica de sí mismo, no es pensamiento. Sin crítica, es decir, sin rigor y sin experimentación, no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura”.

Y con estas palabras al buen entendedor: ¡salud¡

jueves, 19 de junio de 2008

A la hoguera con ese bodrio de Bedregal


Puno, 17 de abril del 2008.
Señor:
Wálter Bedregal Paz
Juliaca

Hoy, en uno de los patios de la Universidad Nacional del Altiplano, me entregaste una invitación para participar como comentarista en la presentación de tu antología de poesía puneña “Aquí no falta nadie”, que lleva como prólogo un artículo tuyo titulado “Las puertas se han cerrado”.
En primer lugar, quiero decir que una antología depende del criterio y la responsabilidad del antólogo. Respeto tus criterios, sin embargo, estoy en desacuerdo con la antología porque bajo el pretexto de que se ha seguido un paradigma fractal como criterio de selección y análisis, se discrimina o excluye a importantes poetas puneños como Gamaliel Churata, Luis de Rodrigo, Dante Nava, José Luis Ayala, Jorge Flórez-Áybar y otros. La idea de que Churata sólo es “doctrinero” es una conjetura descabellada.
Por otra parte, lo fractal que tiene origen en las matemáticas y que posteriormente ha servido para extrapolar sus conceptos a la literatura y las ciencias sociales ha sido poco aceptada por la crítica literaria seria, debido a que la vida no es una abstracción matemática. Puede hacerse, seguramente con éxito, análisis fractal de la molécula, de la resistencia de materiales, del ADN, etc.; pero, en el quehacer humano y, sobre todo, en poesía, es arbitrario llegar a conclusiones definitivas, dado que “aquí no falta nadie”
Wálter, tú, al parecer, lo tomas como un modelo poético que se repite en un período más o menos extenso, a guisa de hipertexto. El concepto de hipertexto está bien utilizado en tu libro, a condición de que no sea un plagio, porque casi siempre, como dijo Carlos Fuentes, un libro nace de otro libro, pero esto no debe llevarnos a creer que los poetas, que son creativos por naturaleza, copien tal cual puede copiarse los fractales en matemática, biología e, incluso en imágenes visuales utilizando sotfwares.
Suponiendo que lo hubieses tomado como modelo de análisis y selección ¿cómo se explica, entonces, la presencia de tres o más poetas pertenecientes a un solo grupo literario? ¿No crees que Benoit Mandelbrot, matemático creador del término fractal, también estaría en desacuerdo con tu forma esquemática de extrapolar esta teoría a la poesía? Claro que no eres el primero; yo me refiero a la forma peculiar en que lo usas.
Wálter, respeto tus criterios de antólogo, pero te doy a conocer que no iré a la presentación de tu antología como un acto de solidaridad con la poesía puneña. No es un acto de amistad, sino, de fidelidad con la poesía puneña. Francamente no encuentro ninguna razón, no me explico por qué has excluido a Churata, Luis de Rodrigo, Dante Nava, Jorge Flórez-Áybar, José Luis Ayala. El poeta Boris Espezúa, en un artículo del domingo 15 de junio publicado en Los Andes, tampoco encuentra justificable la ausencia de estos intelectuales. Conversando con los otros poetas antologados, debo decirte que ésta es una opinión generalizada.
Con el tiempo quizá escriba un artículo sobre el libro. Recibe un abrazo,

Feliciano Padilla

No vayan. Habrá bronca



Invitación

Presentación del Libro

Aquí no falta nadie

Autor: Walter Bedregal Paz

Día : Jueves, 19 de Junio 2008.

Hora : 6:45 pm.

Auditórium

Carlos Oquendo de Amat


Gobierno Regional de Puno

3827 Metros de Poemas:
Aquí no falta nadie,
antología de poesía puneña
de Walter L. Bedregal Paz


Escribe : Miguel Ildefonso*

Poniendo el relato en boca de su anciano tío, Cusi Huallpa, el Inca Garcilaso de la Vega, cuenta el origen de la civilización incaica: “Nuestro padre el Sol, viendo a los hombres en el estado en que estaban, se apiadó y tuvo lástima de ellos y envió del cielo a la tierra un hijo Manco Cápac y una hija Mama Ocllo para civilizar a los pobladores. Con esta orden y mandato puso nuestro padre el sol estos hijos suyos en el lago Titicaca que está a 80 leguas de aquí (...) Ellos salieron del Titicaca y caminaron al septentrión.”

A orillas de la cuna de los fundadores del Tawantinsuyo, a 3827 metros sobre el nivel del mar, en el sur andino peruano, se encuentra la ciudad de Puno, tierra y lago de poesía, como sabemos: del movimiento Orkopata, con El Pez de oro de Gamaliel Churata, y de 5 metros de poemas de Carlos Oquendo de Amat, por citar a los más famosos.

Y es desde allí que, en este mes de las letras, acaba de aparecer una esperada y excelente antología de poesía puneña, Aquí no falta nadie, del narrador y crítico literario Walter Bedregal. Este libro es una antología que sigue una orientación fractal para presentar a la poesía que se ha desarrollado en Puno. Un siglo de poesía escrita en Puno. Las constelaciones semánticas y un filón de rizomas, propuestos como una nueva tendencia de lecturas poéticas, sustentan este conjunto de versos y la secuencia de las voces aquí reunidas. Estas voces se remontan a una pléyade que podría tener otros antecedentes en un periodo más anterior todavía, si mencionamos por ejemplo a Gabino Pacheco Zegarra, Lizandro Luna La Rosa, Aurelio Martínez Escobar, Alberto Cuentas Zavala, Emilio Vásquez y un poco más dentro de las movidas ulteriores se podría mencionar a poetas como el recordado José Parada Manrique, Vicente Benavente Calla, Jesús Cáceres Velásquez, José Tapia Aza Y José Luis Ayala Olazábal, entre otros de valía para un estudio historiográfico de la poesía puneña, pero que por ahora se disgregan en el corpus de esta antología. Señala Bedregal en su prólogo acerca de esta inagotable fuente poética del altiplano.

Los poetas antologados son 21: Alejandro Peralta, Carlos Oquendo de Amat, Efraín Miranda, Omar Aramayo, Percy Zaga, Gloria Mendoza Borda, Vladimir Herrera, José Velarde, Boris Espezúa, Lolo Palza, Alfredo Herrera Flores, Simón Rodríguez, Fidel Mendoza, Gabriel Apaza, Walter Paz, Erdi Flores, Hedí Oliver Sayritupa, Darwin Bedoya, Luis Pacho, Rubén Soto y Filonilo Catalina.

* Texto enviado por David Abanto Aragón

El libro de la polémica y su autor


Más respeto.


Padilla, F.
AMARILLITO AMARILLEANDO
y otros cuentos
2002
Biblioteca de narrativa peruana contemporánea. Editorial San Marcos. Lima, Perú. 302 pp.
DL. Reg. N°. 1501322001-4512


20 cuentos y un colofón es el contenido de este libro del que M. Baquerizo, su presentador, dice "Padilla tiene el don de narrar: más allá de la mera descripción regionalista y costumbrista, va de frente al relato de un hecho o acontecimiento... Puede usar la forma tradicional del cuento, o sea el relato lineal, como experimentar con los diversos recursos de la narración moderna... como tantos otros narradores que escriben en provincias o sobre [ellas]... muestra... el nuevo rostro del Perú: el de los mestizos de la Sierra..."

Más respeto con el maestro


PADILLA CH., F.
Pescador de luceros.
2003
Lima, Perú: Arteidea Editores. 160p.


Trece cuentos reunidos en esta obra que a decir Boris Espezúa, de su presentador, "Con estos relatos, Padilla se adscribe en una vertiente donde la pasión se hace crítica y el paisaje un alimento."

LA LITERATURA PUNEÑA DE FIN DE SIGLO


Por Feliciano Padilla Chalco

La literatura es como un océano inmenso y complejo. Se alimenta de deshielos, aludes gigantescos, torrentes, riachuelos, arroyos, ríos pequeños y grandes. Todos acuden a ella –la literatura- de modo incesante, en un continuum indetenible e indivisible. Si la hermenéutica la divide y la clasifica es sólo por razones extrínsecas y hasta didácticas. Es dentro de este concepto que hay que hablar de la literatura puneña, como parte de un universo mayor, de una superestructura que la contiene y con la que establece una articulación pendular de ida y vuelta, en tanto nutre al prodigio mayor y, al mismo tiempo, se alimenta de él.

Esto significa que, dentro de un contexto histórico social compartido, la literatura producida dentro de esas lindes, compartirá, también, rasgos comunes, a guisa de constantes, con modificaciones ostensibles según sea el impacto de factores extrínsecos como la aparición de aludes insospechados, que a veces llegan a cambiar el rumbo de los ríos, pero no su naturaleza substancial, porque al final buscará su propio cauce para llegar al mar.

Desde hace un buen tiempo los productores jóvenes de literatura vienen haciendo una lucha generacional contra los poetas y narradores mayores. Creo que están en su derecho. La juventud es de por sí iconoclasta, inconforme. Tienen toda libertad para ser irreverentes. Hasta ahí, esta actitud es buena, y hasta fecunda para producir mejor y seguir adelante, pero llevar esta contradicción natural hasta el extremo de aplicar esa “ley” que los “kloacas” inventaron y la expresaban en foros y bares limeños: “Si quieres surgir tiene que ser sobre el cadáver de los consagrados”, no es bueno para nadie. Ha pasado el tiempo y la historia no registra el nombre de ningún kloaca importante. La energía que debían gastar en perfeccionar su arte la malgastaron en denostar, a veces, sin tregua ni medida. Cada quien es lo que es en su tiempo y espacio, parte de otro espacio y de un tiempo anterior. Los que solamente ven la literatura como producto de una circunstancia deberían aprender a verla desde un enfoque procesal.

Al cumplirse el CCCXXXIX aniversario de Puno, quiero hacer una sinopsis de la literatura puneña de fin de siglo, como homenaje a esta tierra que amo y de la que me siento un auténtico hijo, que con su creación junto a la obra importante de otros literatos, ha contribuido con “un grano de arena”, para que la literatura puneña de Oquendo y de los Churata siga siendo lo que fue.

Para ubicar adecuadamente a los jóvenes habría que preguntarse ¿cuántas poéticas surgieron en la historia literaria de Puno? Se puede hablar de la poética de Alejandro Peralta o de Carlos Oquendo de Amat, salvo alguna omisión que sería motivo de discutirla. La poesía puneña actual se inscribe dentro de estos cánones que siguen un desarrollo en espiral. La narrativa andina puneña tiene origen en los relatos llamados indianistas y que pasaron, necesariamente, por el indigenismo y el neoindigenismo para llegar a este estadío, de la misma manera que la llamada poesía andina ¿postmoderna? sigue el paradigma oquendiano, o articula dialécticamente ambas vertientes.

Los poetas Simón Rodríguez con “Desatando Penas”, publicado en Cusco 1992; Luis Pacho, con “Geografía de la distancia”, Lima 2001; Wálter Paz Quispe, “Obituario del Búho”, Lima 2007; Gabriel Apaza, “Aporía”, Lima 2001; Dárwin Bedoya, “Quiela”, Puno ¿1999?; Fidel Nina, “Herejías”, Arequipa 1996; Luis Rodríguez Castillo. “Enigmas” y “El monstruo de los Cerros”, Lima 2005 (ganador del Premio Copé de Bronce de Petroperú); Edy Sayritúpac, ganador de varios premios regionales y, últimamente, del tercer premio de poesía del Concurso Macrorregional de Cultura 2007, auspiciado por el I.N.C. del Cusco; José Luis Velásquez Garambel, con “Gitana”, Puno 2006 y “Ojos de Cisne” Puno 2007 y; Alesandra Talavera, cuyas edades fluctúan entre los 22 y 37 años, constituyen hoy por hoy, lo mejor de la última generación.

“Los poetas de fin de siglo” vienen haciendo esfuerzos por mostrar su propio rostro con experimentalismos audaces o insertando innovaciones a la poética oquendiana. Considerar la literatura como un continuum no significa que un corpus literario, en una época determinada, no tenga su propia personalidad. El enfoque procesal permite distinguir la unidad y la diversidad como dos aspectos de la misma contradicción. Se unen y contradicen para expresar la misma maravilla textual. Esta poesía que aparece en los noventas y que se produce hasta este momento se caracteriza por estos experimentalismos generadores de imágenes audaces de aparente sencillez, cuyo peso se carga, sin exageraciones torpes, sobre sensaciones visuales, auditivas y cenestésicas. La metáfora, en mi criterio, viene ocupando un segundo plano, aunque cuando la emplean como medio de expresión, generalmente va articulada a los distintos elementos del ambiente y la cultura andina, lejos de los referentes ramplones y de los versos vulgares, ordinarios. Por el contrario, sus lexemas, modulaciones y simetrías son propios de exploradores de lenguajes, de inventores de estructuras, donde los tiempos y espacios caen espontáneamente, como fina llovizna sobre la faz del Titikaka. Un intimismo delicado, pleno de ternura, acosa, en general, esta poesía, en cuanto trasunta un mundo interior estremecido por traumas y frustraciones y; otras veces, asoma el grito bronco como llamarada de protesta contra un mundo convulsionado que nos afecta por igual. Se trata, pues, de una poesía buena, elaborada con el apoyo de un presupuesto teórico valioso. Por eso, sostengo que en estas expresiones continúa la prestigiosa tradición poética de los 30 al 60 del siglo pasado. Constituyen estos jóvenes un piso seguro sobre el que se seguirá construyendo el edificio poético que cimentaron el gran Gamaliel Churata, Alejandro Peralta, Carlos Oquendo de Amat y Luis de Rodrigo. No me cabe ninguna duda de que constituyen la prolongación de esa rica e ilustre tradición. Así debe verse la literatura. Escuchar o leer artículos donde se afirma que Churata y Carlos Oquendo de Amat han sido superados largamente por jóvenes poetas juliaqueños no tiene ningún sentido y no se condice con la verdad. Que pueden ser superados, es cierto; pero, ese tiempo y esos hombres aún no han llegado. No se supera a Boris, a Gloria, a Omar o a José Luis Ayala con bravatas y diatribas, sino, con talento y mucho trabajo.

Los llamados “Narradores de fin de siglo”, contrariamente, trabajan con menos ostentación. Quizá debido a que no tienen antecedentes en las primeras décadas del siglo pasado que los animen y los obliguen a aventuras de mayor envergadura. Lamentablemente, Puno no ha sido tierra de narradores. Hay poca tradición y la que existe se restringe sólo a tres narradores de la época de iniciación: Emilio Romero Padilla, Mateo Jayka y Román Saavedra (conocido también con el seudónimo de Eustaquio Kallata), alrededor de quienes pueden agruparse los aproximadamente 40 ó 50 escritores considerados en las Antologías de José Portugal Catacora o de Samuel Frisancho Pineda, o en los estudios realizados acerca de la novela puneña por Jorge Flórez-Áybar, que aunque escribieron cuentos y novelas de respetable factura fueron obras de trascendencia local y no merecieron reconocimiento en la historia literaria nacional o extranjera, con excepción de Emilio Romero.

Es más, durante treinta años la poesía ensombreció a la narrativa y habría estado en esa condición si no emergía la figura de Luis Gallegos con su libro “Cuentos de Q’oñi Kucho”, publicado en Puno, a inicios de los ochentas y; en Lima, la aparición de Omar Aramayo con su obra “Antes de los mil días de la muerte que estuve bajo un árbol de diamantes y perfume”, editado en Lima, todavía en el año de 1971, un libro de cuentos de poco tiraje, que circuló en Lima de modo restringido y fue conocido en Puno sólo por cinco o diez privilegiados. Después de Gallegos aparecen Zelideth Chávez, Jorge Flórez-Áybar, Waldo Vera, Jovin Valdez, Omar Aramayo, José Luis Ayala (Quizá yo también podría integrar esta promoción). Eso es todo lo que los “Narradores de fin de siglo” tienen como predecesores.

Adrián Cáceres Ortega, con su libro “Desde un rincón de tu alma”, publicado en Sucre-Bolivia, el año 1999; Bladimiro Centeno, “Cuentos ganadores del Concurso Nacional Premio Municipalidad de Paucarpata”, Arequipa 1996; Édward Huamán Frisancho, “El beso de la muerte”, Juliaca 2002; Julia Chávez Pinazo, con un libro en preparación; Christian Reynoso, “Febrero lujuria”, novela publicada en Lima, el año 2007; Darwin Bedoya, finalista de un premio nacional auspiciado por Electro Puno y; Javier Núñez, con un libro de cuentos en actual edición, son los representantes de esta nueva hornada de escritores que van caminando con pie firme y con el propósito de lograr un lugar expectante en el consenso nacional de la narrativa peruana.

Se debe subrayar que la narrativa andina de fin de siglo es narrativa andina –-valga la repetición del vocablo-- en cuanto trasuntan nuestro tiempo y recrean historias acaecidas en nuestro ambiente. Los personajes representan a grupos humanos que sufren, viven y luchan por sobrevivir en una ciudad cada vez más cambiante donde lo urbano o citadino anula todo rastro y rostro indígenas. La narrativa andina está muy alejada del viejo indigenismo. El indio no es ya el protagonista principal de sus textos, sino, el hombre común y corriente de las ciudades, el que estudia en la universidad, el que trabaja en oficina, el que es vendedor ambulante o la mujer que baila y se torna promiscua en la Candelaria. Esto, tampoco, es un hallazgo nuevo; viene de la narrativa de Flórez- Áybar, Feliciano Padilla o Waldo Vera. Quizá lo novedoso sea la actitud irreverente del escritor frente a las acciones narradas, como sucede con la Fiesta de la Candelaria, donde Christian Reynoso usa catalejos “invertidos” para ver lo festivo y pecaminoso de la fiesta. Igualmente, se observa una fuerte irrupción de erotismo audaz y, otras veces, delicado, como en la prosa exquisita de Julia Chávez, que va haciendo progresos notables en cada cuento que nos presenta. Los ritmos, el tono y la atmósfera se encuentran bien utilizados, como por ejemplo, en ese cuento surrealista “El cangrejo” de Adrián Cáceres Ortega, quien ha logrado para Puno dos premios nacionales en la República de Bolivia.

Los trabajos narrativos de esta promoción de escritores se adecuan a la estructura del cuento propiamente dicho y la diferencian de la estructura del relato. El relato no es una especie menor ni cosa parecida. Tiene su encanto y es bello como cualquier texto literario. La diferencia con el cuento es que utiliza distinta organización formal. El cuento tiene una estructura distintiva y usa otros mecanismos que lo dinamizan y le permiten sostener la tensión hasta el último segundo. Veo en estos jóvenes un afán permanente de superación, lo cual me da seguridad de que llegarán lejos.

En este CCCXXXIX aniversario rindo homenaje a Puno con esta sinopsis de la última etapa de su historia literaria. Ojalá que el desarrollo económico-social y cultural vayan de la mano para bien de nuestros conciudadanos, porque los hombre y mujeres de esta Región no sólo tienen hambre material, sino, espiritual. El día que hayamos entendido que el desarrollo humano comprende ambos aspectos del ser, habremos encontrado, al fin, el camino más seguro al progreso y a la justicia social. ¡Felices fiestas!

(*) Este ensayo, enviado gentilmente por su autor, apareció en la edición del domingo 4 de noviembre del 2007, del diario Los Andes (Año 79, Nº 22630, Pp. 4-5).

Esto sí es libro. Lo de Bedregal es un bodrio.



PADILLA, Feliciano.
Antología comentada de la literatura puneña.
Lima, Perú: Fondo Editorial Cultura Peruana, 2005. 385p. refs.

Es un libro que recoge lo mejor de la producción literaria de la Región de Puno. Comprende poesía y narrativa desde los primeros libros publicados en el siglo XIX hasta nuestros días, en una selección efectuada con criterio académico y espíritu imparcial. Cada autor antologado es presentado en el marco de tres elementos básicos: rasgos biográficos, una muestra de su literatura y comentarios del autor y opiniones de otros críticos nacionales.


Afectuosamente y puneñísimamente: Walter Paz

Reapertura. A pedido de la lectoría nativa